Es muy difícil de pronto, entender el camino que te traza la vida.
A la distancia, recordar aquellas decisiones que fueron marcando la ruta que me ha traído aquí - o al menos algunas de ellas- por sí solas parecen pasos sencillos...
Hoy, sentado puerta de la casa donde vivo -mi casa, en tanto que aquí vivo- me doy cuenta de la "sencillez -así, entre comillas- de la existencia mientras alimento a una hermosa gatita callejera a la mitad de la noche.
Lo que más me impresiona de este preciso momento, es la tranquilidad con la está sucediendo (quienes me conocen saben que no es tan común), que comparado con la vorágine de imágenes que se me vienen a la cabeza, el contraste es particular, peculiar.
Pero todo esto me ha llevado a recordar una escena de una película más o menos famosa, en la que el protagonista después de un periplo por medio mundo -es literal- encuentra a la persona que está buscando: un fotógrafo muy famoso que en ese momento está tras la foto de un felino sumamente extraño que habita las montañas más lejanas y que solo alguno humanos han visto. Mientras están conversando, el fotógrafo le dice a su visitante que observe a través de la cámara, ahí en la lejanía, un hermoso animal posando sin saberlo, para una gran toma. Sin embargo, el fotógrafo no acciona la cámara y cuando el protagonista le pregunta por qué no lo hace, él responde más o menos así: muchas veces no tomo la foto, hay imágenes que prefiero guardar en mi memoria, para mí...
Esa es la vida. García Márquez escribió en sus memorias que la vida no es como fue, sino como uno la recuerda.
Me pasa seguido -este es uno de esos momentos-. Ayer, por ejemplo, platicaba con uno de mis mejores amigos, compañero de batallas, de vida, que revisando unos archivos personales encontré unas fotos donde están conversando su mamá y su papá -ambos fallecieron uno tras otro en menos de un año, ¡curiosas y trágicas maneras que tiene el amor para manifestarse!- la imagen la vi como si la estuviera viviendo otra vez: ella más bajita que él mirándolo con atención devota, fijamente como para no perder ningún detalle de los gestos que hace mientras él va declamando cada frase con la cadencia exacta para que ella las escuche más allá de sus miradas, en un vals íntimo, privado, donde no importa quién está alrededor.
Los vi por unos segundos y me guardé la imagen, cuando apreté el obturador el momento importante ya había pasado, en la capturas que tomé solo quedó el eco de ese diálogo entre dos personas que a pesar del tiempo se amaban.
No hay manera de imprimir eso en nada.
Por eso es que este momento me lo voy a guardar. Solo quedará el registro a través de estas líneas de que hoy pasó algo importante, al menos para mí y para esta gatita.
Esa es una buena señal.
---Alexred---