A Roberto
Sereno.
“Entre 1701 y 1810, seis millones
de personas salieron por la fuerza de África, lo que hizo del siglo XVIII la
edad de oro de la esclavitud (…) En 1807 Inglaterra abolió el tráfico de esclavos,
pese a lo cual 2,000.000 más de esclavos salieron de África entre 1810 y 1870,
muchos destinados a Cuba.”
Eric R. Wolf
La historia siempre es contada por los vencedores -nos enseña la propia historia-, no importa cuan difamadora, inexacta, incluso ficticia o simplemente elevada de un simple rumor a rango de responsabilidad histórica… infamante, pueda ser tal versión.
Ejemplos abundan. Quién en realidad puede asegurar que María Antonieta, con esa frivolidad con la que es retratada, dijo aquella frase que se le atribuye sobre si los franceses no tenían pan para comer que comieran pasteles. No es lo mismo traducir Cuauhtemoc como águila que cae que como águila que desciende para cazar ¿verdad? ¿Dónde quedaron los tesoros de Persia cuando su museo fue saqueado por una horda de soldados imperiales que invadió Irak y derrocó a un dictador producto de la política internacional del propio invasor?
La historia universal es ofendida cuando se intenta borrar la visión de los vencidos, y a la vez se convierte en agresora de esos pueblos cuya fortuna, al parecer, ya los había abandonado.
Un día los
europeos, cansados de luchar entre sí y permanecer atorados en la historia de
sus propias carnicerías, decidieron que la mejor manera de vencer a los
enemigos dentro de la Europa medieval y sus vecinos de Asia, era cruzando los
océanos por el lado opuesto de navegación. Luchando contra sus propios temores,
contra su ignorancia, iniciaron uno de los cambios más importantes en la
historia. Lo malo fue que no dejaron de matarse entre ellos pero con esa
decisión comenzaron también a matar al resto de los seres humanos.
De manera paralela, aquí en América ya habían florecido –e incluso desaparecido- algunas de las culturas más importantes que el mundo ha conocido –mayas, teotihuacanos, zapotecas, mexicas, etc.-. Culturas que tenían un desarrollo ligado a ciencias tales como la astronomía, la medicina, las matemáticas, la ingeniería, la arquitectura, la agricultura, que en algunos casos estaban más avanzadas que en el “Viejo Mundo”. Poblaciones con identidad, religión, rituales, lengua, dioses, y costumbres propias, y que perfectamente definían su cultura y habitaban ciudades con mayor concentración demográfica que las más importantes de Europa.
La llegada de los europeos al nuevo continente se convirtió en la ruina de todas las comunidades nativas, avanzadas o no, de su historia, de su cultura. Significó uno de los mayores genocidios en la historia de la humanidad[1], ligó para siempre la historia del desarrollo europeo a la miseria de la América Latina y de los pueblos del Norte, y a la ignominia sufrida por los negros africanos condenados a la esclavitud descarnada sin precedentes en la historia de la esclavitud[2].
En los primeros trescientos años que siguieron a su descubrimiento y posterior explotación, América Latina se convirtió en la mina del mundo europeo, motor de su desarrollo –los últimos doscientos años también, sin embargo Estados Unidos comenzó a participar hegemónicamente en el saqueo desde sus inicios como nación independiente-, con la misma rapidez con la que se crearon ciudades alrededor del esplendor que causó la extracción de metales preciosos en las minas, se abandonaron al quedarse las minas vacías –vaciadas-, dejando tras de sí una estela de desgracia y pobreza; así, del saqueo no se salvó ni el guano que fue la ocasión para una absurda guerra entre el Perú, Chile y Bolivia donde el imperio británico resultó ganador[3], ironías de la vida: la mierda generando mierda.
“Por el camino hasta perdimos el derecho a llamarnos americanos…”[4].
Los libros de historia universal registran claramente la transición del dominio europeo, por el del dominio estadounidense; la joven nación enseñó los dientes a muy temprana edad, y entre la conquista de territorios hacia el oeste, la defensa de éstos y su destino manifiesto, condenaron a la América criolla, a la América mestiza, a la América nativa, y a toda su riqueza natural, al estatus de backyard.
La América
Ibérica y sus islas en el Caribe, ha sufrido guerras civiles, invasiones,
pérdida de territorio, de soberanía –y de un largo etcétera-, en el que los
Estados Unidos han participado, ya activamente, ya de manera velada, quitando
gobiernos, poniéndolos, financiando a los traidores de la patria, siempre
defendiendo sus intereses.
Pareciera pues, que América Latina va perdiendo identidad cuando su población, cansada, empobrecida, explotada, pierde la batalla cultural al seguir con el papel de suministradora de recursos y servicios para el primer mundo. Así, una de la regiones más vastas y ricas del planeta concentra una gran desigualdad, una gran pobreza… una gran marginación.
De este modo, la historia se sigue escribiendo, convirtiendo a Latinoamérica y su Caribe en la gran perdedora, y a sus habitantes en números negativos de las estadísticas internacionales[5]; sin embargo, no se resigna a que su historia sea sólo contada por los vencedores, esta historia ha marcado la cultura, las artes, la literatura, a la historia misma, a la sociología, al derecho, a la política; y deja huella fehaciente de la ignominia que se ha cometido en la región en espera de que sus habitantes algún día la lean, la conozcan, y decidan cambiar el rumbo para dejar de repetirla.
*Publicado en el primer número de Palabras Aparte en 2010
---Alexred---
[1] Eduardo Galeano apunta que Los indios de las Américas sumaban no menos
de setenta millones, y quiza más, cuando los conquistadores extranjeros
aparecieron en el horizonte; un siglo y medio después se habían reducido, en
total, a sólo tres millones y medio. Las
venas abiertas de América Latina. Siglo Veintiuno Editores, México 1999.
[2] Para un mayor entendimiento
de las relaciones de esclavitud en África y/o la pignoración consultar Wolf, Eric. Europa y la gente sin historia, pp 254-256. FCE, Mexico 2005,
segunda reimpresión 2009
[3] Cfr.
Galeano, Eduardo, op. cit. Pp
226-229.
[4] Galeano, Eduardo, op. cit. Pag. 2
[5] v. gr. El informe de la CEPAL denominado Balance
preliminar de las economías de América Latina y el Caribe 2009, estimó que
el crecimiento de la región sería de -1.9% tasa inferior a la de África que
tuvo balance positivo. Disponible en http://www.eclac.org/publicaciones/xml/2/38062/2009-898-BPE_2009-WEB.pdf
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