viernes, 24 de agosto de 2018

La última canción... (De la serie Fantasías animadas...)

"Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo"
 Ludwig Wittgenstein

Quise acceder a ti, me lo propuse y lo conseguí; no buscaba vencerte pero sí conquistarte; quise conquistar tu mente, tu cuerpo, tu corazón. Sin importar el orden, sin importar el costo. Quizá por eso enloquecí.

Tengo problemas para hablar, sobre todo cuando se trata de mí, y sin embargo, abrí un brecha en la armadura que he cargado durante todos estos años para que pudieras observar mi mundo, para que pudieras encontrar la chispa que tú misma has buscado para encender tus ojos; para que pudieras escucharme, claro, directo. Jamás dudé, ¡jamás tartamudeé!

Y las palabras brotaron nada más que asomaste tu curiosidad, en tropel se repoducián y así viajaban hasta encontrarse contigo, de frente, y entonces una por una se fueron acomodando para grabarse en tu piel, para acompañarte por el camino que ante ti se abría, para explicarte en el trayecto el significado de cada una de las imágenes que tus sentidos comenzaban a decodificar. Te tomaron de la mano, te provocaron, te besaron y como labios carnosos listos para hacerlo, recorrieron tu cuerpo, hicieron que soñaras y como premio les otorgaste el favor de tu sonrisa -umbral de tu corazón-, y te ofrecieron la chispa que, al fin, encendió tu mirada.

La conquista estaba hecha. 

Pero no fue suficiente para que te quedaras, volviste la vista a atrás y esta vez no hubo estatua de sal, te convertiste en fuego abrasador, intentaste regresar por el camino andado como si no hubieras llevado guía, como si las palabras que te transportaron nunca hubieran sido escritas e incendiaste todos los senderos posibles, olvidaste que ya las llevabas contigo, aunque quizá por eso te fuiste: esas mismas palabras ya no te hablaban desde la piel ahora lo hacían desde más adentro; habían taladrado la coraza que llevabas puesta. 

Te quemaron, más por lo que te provocaron que por la rapidez y profundidad a la que accedieron.

Cada quien sus miedos. Pero tras de ti la devastación.

No más palabras a la vista, no se han vuelto a mostrar, nunca más se unieron para formar nada; ya han olvidado el paisaje desolado que dejaste tras de ti, pero no han tenido la confianza para volar, para cantar.

No obstante, ya palpitan de nuevo; de repente danzan alegres siempre dentro de mi cabeza como con ganas de extender sus fronteras. Poco a poco han reconstruido los caminos, han abierto nuevas brechas, incluso han creado valles extensos llenos de vida intentado adquirir la confianza necesaria para, al menos, ensayar a formar las frases que servirán de guía para las personas importantes que puedan acceder a ese extraño mundo, mi mundo...

---Alexred---


jueves, 2 de agosto de 2018

Como nunca en la vida de mis 40 años (de la serie Los Años Maravillosos...)

La última vez que tuve una crisis importante por la edad fue a los 24 y me duró 6 años.

Fue demoledora, porque increíblemente a los 17 había planeado todo el futuro... hasta los 25, como si después de llegar ahí el mundo se fuera a acabar, ya por que yo muriera, ya porque en serio, el mundo sí acabaría en el 2003.

Y así, un día desperté y me di cuenta que había cumplido con lo que me propuse con excepción de dos cosas. Ya para ese momento me había creído mi propio cuento de que no voy a morir pronto y desde aquel entonces el mundo no tenía para cuando acabarse, así que seguro tendría tiempo para hacer ese par de cosas que me faltaban (hoy día me sigue faltando por hacer una).

Inevitablemente colapsé. Fui víctima de esa maldita obsesión por saber qué quería hacer de mi vida, para dónde iría.

Por supuesto que no tenía la respuesta. Era lógico si tomamos en cuenta que para cuando planeé mi vida a los 17, había pasado por toda una serie de eventos catastróficos y bastante traumatizantes, pero a esa edad cualquier cosa puede ser así y es más fácil sobreponerse. Bueno al menos yo; y la verdad es que esta afirmación solo ha sido posible hacerla ahora a la distancia.

El chiste es que la incertidumbre me causó una depresión no tan severa. Sin embargo, como la vida no se detiene a menos de que lo haga, la mejor respuesta que encontré a mi profunda preocupación fue aplicar la del dominó "si no sabes qué hacer, lo mejor es acostarse". Y prácticamente eso fue lo que hice. Decidí no estresarme y dejar que la vida me dijera hacia donde ir.

Claro que para una persona que gusta del control total de su entorno no sería tan fácil hacerlo de ese modo; así que me dispuse a ayudarme: si no sabía qué quería, podía empezar por saber que no quería y como finalmente soy, digamos, un poquitín inquieto, me ocupé en actividades que después, cuando por fin me decidí a tomar un camino determinado, me ayudaron mucho.

Así, aún cuando me dediqué a la vida alegre y la disipación, una mezcla de acontecimientos que la vida me puso enfrente (C fue una) y decisiones propias (estudiar otra carrera antes de titularme de la primera, por ejemplo), sumado a las espectaculares personas con las que me había relacionado durante los años anteriores, sentaron las bases que me permitieron afrontar el camino tan difícil que finalmente decidí recorrer (sin contar que durante los hermosos 20s fui una calamidad).

Y así, otra vez, un día desperté, recién cumplidos los 30, después de tener una epifanía y de alguna manera tenía claro que quería hacer; no sé si tengan idea de lo increíble que se siente salir de un periodo de incertidumbre personal. Lo siguiente fue construir un plan a 30 años, flexible pero con varias metas muy bien definidas y revisable cada diez años para modificar, reprogramar o sólo verificar. 

Si bien, ver la luz al fondo pareciera un gran alivio, todo el camino hacia el encarrilamiento personal es toda una travesía. De mi parte, requirió trabajar en varios temas personales, entre ellos la disciplina y lo más difícil, la autoevaluación, cruda, real, el enfrentamiento personal con uno mismo para encontrar todas esas áreas que hay que fortalecer. Encontré que tenía mucho trabajo por delante.

Esto trajo consecuencias inmediatas, de un lado un periodo de pobreza extrema cuya gravedad fue inversamente proporcional al aprendizaje adquirido; una vez más descubrí que he sido muy afortunado por los amigos que definitivamente, no merezco; recibí el apoyo de mi familia y, tristemente, perdí a C (aunque |en realidad ella se perdió sola).  

¡Y la aventura ha sido buena!

Durante los últimos diez años he aprendido, he desaprendido y re aprendido; he adquirido nuevas habilidades y he perfeccionado otras; emprendí proyectos personales y profesionales que me permitieron conocer gente muy interesante y establecer nuevas redes; estudié como loco; he fracasado; me he levantado; he sufrido; he viajado; me he divertido como niño; he llorado; me enamorado; me han roto el corazón. También he tenido años redondos, así como momentos de mucha angustia, de mucha tristeza; así como perdí amistades he ganado nuevas, muy valiosas. Me he dejado botonear, he reaccionado para dejar de permitirlo. 

Descubrí que los conflictos amorosos me pegan durísimo pero también me descubrí en mi mayor intensidad. Soy testarudo; escucho mejor a las personas y me dejo aconsejar y a veces me dan ataques de ansiedad.

Siempre he sido muy observador de mis procesos personales. Siempre. Creo firmemente que tengo que crecer con dignidad, eso implica entender que conforme pasa el tiempo hay cambios físicos y mentales cuya atención es de suma importancia, para lo que hago, para lo que quiero hacer. Desde que cumplí treinta las desveladas me pegan horrible, hay comida que puedo comer y otra que definitivamente no. Soy consciente de mis alcances físicos y descubrí hace poco que se me hinchan los pies después de trabajar, que me han salido canas y que a veces mi visión falla.

Descubrí la maravilloso que es el café, hacer ejercicio -amo jugar futbol- y pasar tiempo en casa leyendo, escuchando música, armando un rompecabezas o descansando frente a la pantalla. Me he llenado de sobrin@s y hasta soy padrino de una de ellas. He viajado. Aprendí a medio escribir y me gusta publicar en este blog. 

Hasta ahora he vivido en tres ciudades diferentes, he besado muchas bocas, he trabajado en la playa y para un actor famoso de cine gringo, también para varios funcionarios de muy alto nivel. Me gusta manejar en carretera por largos trayectos; conozco buena parte de la república y he salido del país al menos tres veces en la vida.

Me he ganado el respeto de mis amigos, de hecho me he ganado su amistad; me sorprendo cuando recibo regalos pues parto de que la gente no tiene ni obligación ni necesidad de dármelos, a veces lloro a la menor provocación y de repente tengo muy mal humor; también hay muchas personas que han sido muy importantes en mi formación y nunca he sabido como agradecerles aunque cada que tengo comunicación trato de hacérselos saber.

Hoy, a la hora de hacer una evaluación puedo compartir que me ha ido bien, que mis metas van cumpliéndose y que en general tengo una vida plena y feliz. He aprendido a no meterme con nadie si nadie se mete conmigo, he cambiado mi forma de relacionarme con el mundo, agradezco mucho cuando alguien quiere estar conmigo y me he vuelto un experto en resolver problemas -incluso los míos aunque el proceso es más lento-; perdono y olvido fácilmente -pero algunas veces ambas cosas me cuestan trabajo-. Vivo sólo y soy responsable directo de tres hermos@s perr@s. Me preocupo por la gente que me rodea y por primera vez no tengo referente adelante de mi que me enseñe el camino ya que todos mis amigos que siempre lo han hecho viven un contexto diferente al mío y ahora yo soy el que está rodeado de gente más joven. Gran reto.

Hoy soy mi mejor versión de mi. 

Y mañana cumplo 40.

(Escrito en algún lugar de la hermosa Xalapalandia el 1 de agosto de 2018)

---Alexred---