jueves, 2 de agosto de 2018

Como nunca en la vida de mis 40 años (de la serie Los Años Maravillosos...)

La última vez que tuve una crisis importante por la edad fue a los 24 y me duró 6 años.

Fue demoledora, porque increíblemente a los 17 había planeado todo el futuro... hasta los 25, como si después de llegar ahí el mundo se fuera a acabar, ya por que yo muriera, ya porque en serio, el mundo sí acabaría en el 2003.

Y así, un día desperté y me di cuenta que había cumplido con lo que me propuse con excepción de dos cosas. Ya para ese momento me había creído mi propio cuento de que no voy a morir pronto y desde aquel entonces el mundo no tenía para cuando acabarse, así que seguro tendría tiempo para hacer ese par de cosas que me faltaban (hoy día me sigue faltando por hacer una).

Inevitablemente colapsé. Fui víctima de esa maldita obsesión por saber qué quería hacer de mi vida, para dónde iría.

Por supuesto que no tenía la respuesta. Era lógico si tomamos en cuenta que para cuando planeé mi vida a los 17, había pasado por toda una serie de eventos catastróficos y bastante traumatizantes, pero a esa edad cualquier cosa puede ser así y es más fácil sobreponerse. Bueno al menos yo; y la verdad es que esta afirmación solo ha sido posible hacerla ahora a la distancia.

El chiste es que la incertidumbre me causó una depresión no tan severa. Sin embargo, como la vida no se detiene a menos de que lo haga, la mejor respuesta que encontré a mi profunda preocupación fue aplicar la del dominó "si no sabes qué hacer, lo mejor es acostarse". Y prácticamente eso fue lo que hice. Decidí no estresarme y dejar que la vida me dijera hacia donde ir.

Claro que para una persona que gusta del control total de su entorno no sería tan fácil hacerlo de ese modo; así que me dispuse a ayudarme: si no sabía qué quería, podía empezar por saber que no quería y como finalmente soy, digamos, un poquitín inquieto, me ocupé en actividades que después, cuando por fin me decidí a tomar un camino determinado, me ayudaron mucho.

Así, aún cuando me dediqué a la vida alegre y la disipación, una mezcla de acontecimientos que la vida me puso enfrente (C fue una) y decisiones propias (estudiar otra carrera antes de titularme de la primera, por ejemplo), sumado a las espectaculares personas con las que me había relacionado durante los años anteriores, sentaron las bases que me permitieron afrontar el camino tan difícil que finalmente decidí recorrer (sin contar que durante los hermosos 20s fui una calamidad).

Y así, otra vez, un día desperté, recién cumplidos los 30, después de tener una epifanía y de alguna manera tenía claro que quería hacer; no sé si tengan idea de lo increíble que se siente salir de un periodo de incertidumbre personal. Lo siguiente fue construir un plan a 30 años, flexible pero con varias metas muy bien definidas y revisable cada diez años para modificar, reprogramar o sólo verificar. 

Si bien, ver la luz al fondo pareciera un gran alivio, todo el camino hacia el encarrilamiento personal es toda una travesía. De mi parte, requirió trabajar en varios temas personales, entre ellos la disciplina y lo más difícil, la autoevaluación, cruda, real, el enfrentamiento personal con uno mismo para encontrar todas esas áreas que hay que fortalecer. Encontré que tenía mucho trabajo por delante.

Esto trajo consecuencias inmediatas, de un lado un periodo de pobreza extrema cuya gravedad fue inversamente proporcional al aprendizaje adquirido; una vez más descubrí que he sido muy afortunado por los amigos que definitivamente, no merezco; recibí el apoyo de mi familia y, tristemente, perdí a C (aunque |en realidad ella se perdió sola).  

¡Y la aventura ha sido buena!

Durante los últimos diez años he aprendido, he desaprendido y re aprendido; he adquirido nuevas habilidades y he perfeccionado otras; emprendí proyectos personales y profesionales que me permitieron conocer gente muy interesante y establecer nuevas redes; estudié como loco; he fracasado; me he levantado; he sufrido; he viajado; me he divertido como niño; he llorado; me enamorado; me han roto el corazón. También he tenido años redondos, así como momentos de mucha angustia, de mucha tristeza; así como perdí amistades he ganado nuevas, muy valiosas. Me he dejado botonear, he reaccionado para dejar de permitirlo. 

Descubrí que los conflictos amorosos me pegan durísimo pero también me descubrí en mi mayor intensidad. Soy testarudo; escucho mejor a las personas y me dejo aconsejar y a veces me dan ataques de ansiedad.

Siempre he sido muy observador de mis procesos personales. Siempre. Creo firmemente que tengo que crecer con dignidad, eso implica entender que conforme pasa el tiempo hay cambios físicos y mentales cuya atención es de suma importancia, para lo que hago, para lo que quiero hacer. Desde que cumplí treinta las desveladas me pegan horrible, hay comida que puedo comer y otra que definitivamente no. Soy consciente de mis alcances físicos y descubrí hace poco que se me hinchan los pies después de trabajar, que me han salido canas y que a veces mi visión falla.

Descubrí la maravilloso que es el café, hacer ejercicio -amo jugar futbol- y pasar tiempo en casa leyendo, escuchando música, armando un rompecabezas o descansando frente a la pantalla. Me he llenado de sobrin@s y hasta soy padrino de una de ellas. He viajado. Aprendí a medio escribir y me gusta publicar en este blog. 

Hasta ahora he vivido en tres ciudades diferentes, he besado muchas bocas, he trabajado en la playa y para un actor famoso de cine gringo, también para varios funcionarios de muy alto nivel. Me gusta manejar en carretera por largos trayectos; conozco buena parte de la república y he salido del país al menos tres veces en la vida.

Me he ganado el respeto de mis amigos, de hecho me he ganado su amistad; me sorprendo cuando recibo regalos pues parto de que la gente no tiene ni obligación ni necesidad de dármelos, a veces lloro a la menor provocación y de repente tengo muy mal humor; también hay muchas personas que han sido muy importantes en mi formación y nunca he sabido como agradecerles aunque cada que tengo comunicación trato de hacérselos saber.

Hoy, a la hora de hacer una evaluación puedo compartir que me ha ido bien, que mis metas van cumpliéndose y que en general tengo una vida plena y feliz. He aprendido a no meterme con nadie si nadie se mete conmigo, he cambiado mi forma de relacionarme con el mundo, agradezco mucho cuando alguien quiere estar conmigo y me he vuelto un experto en resolver problemas -incluso los míos aunque el proceso es más lento-; perdono y olvido fácilmente -pero algunas veces ambas cosas me cuestan trabajo-. Vivo sólo y soy responsable directo de tres hermos@s perr@s. Me preocupo por la gente que me rodea y por primera vez no tengo referente adelante de mi que me enseñe el camino ya que todos mis amigos que siempre lo han hecho viven un contexto diferente al mío y ahora yo soy el que está rodeado de gente más joven. Gran reto.

Hoy soy mi mejor versión de mi. 

Y mañana cumplo 40.

(Escrito en algún lugar de la hermosa Xalapalandia el 1 de agosto de 2018)

---Alexred---


No hay comentarios:

Publicar un comentario