sábado, 29 de septiembre de 2018

Recuerdos fugaces... (de la serie Los Años Maravillosos)

Y entonces abro el cajón y los recuerdos emergen empolvados, enmohecidos, maltratados por tantas mudanzas e instalados en esta -no tan- nueva sede con su olor característico, aún cuando aquí no pertenecen.

No los añoro, tan solo me sorprendo porque ahí siguen, cumpliendo su función: recordarme que tengo un pasado aunque no quiera ni por un minuto regresar a él. 

Y entonces, comparo ese pasado con el presente que ha parido y con el futuro que nunca termina de llegar, porque hoy siempre es futuro, para eso sirve el pasado con sus recuerdos.

Me parece que podemos medir la felicidad a partir de la suma de los momentos llenos de alegría y la resta de los instantes que no queremos recordar, el resultado siempre será directamente proporcional a las sonrisas que frente al espejo nos damos hoy y a las lágrimas que no permitimos que salgan a pasear jamás.

Insisto, para eso sirve el pasado con sus recuerdos.

Y el futuro, que es hoy, corre para alcanzarse a sí mismo y matarse, como el suicida que se avienta del puente cuando pasa el tren. Así de violento, como la vida, como el propio mundo, como el universo.

Por eso los reyes hacen la guerra, para alcanzar el futuro y grabar sus nombres en él antes de que estalle en pasado y nadie los recuerde. 

Por eso nadie se quiere enamorar, porque todos sienten que el pasado llegará pronto y será como un largo invierno que apagará todo atisbo de luz, toda señal de vida...

Miedo al fin.

Sin embargo, me planto frente a los recuerdos -frente al pasado- y no los mato ni los dejo morir, es mi manera de controlar el futuro, y los condeno a vagar por el mundo, conmigo, guardados en el cajón,  para que de vez en cuando me recuerden -como hoy- de donde vengo y hacia a donde voy...

Y es entonces cuando cierro el cajón.

---Alexred---

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