martes, 5 de agosto de 2014

Masiosares (de la serie masiosares)...

Se dice que el Centro Histórico de la Ciudad de México es el corazón del país, específicamente el llamado Primer cuadro de la Ciudad. Seguro algo debe representar pues ahí se encuentra la sede de dos de los tres poderes políticos de la República; y cuenta la leyenda que el imperio mexica fue fundado ahí, donde encontraron un águila parada sobre un nopal devorando a una serpiente sobre un islote en medio de una laguna.
A la distancia, lo único cierto es que se fundó entonces una ciudad donde habitaron aproximadamente y durante su máximo esplendor, dos millones de habitantes, sobre una zona lacustre. Una gran extensión de una extraña convivencia de agua salada y agua dulce condenada a desaparecer bajo el asfalto gris (y ahora un poco de concreto hidráulico) y todo el peso de la modernidad que inevitablemente se la tragó, o mejor dicho, la sepultó con todo y su historia.
Hoy -aún cuando me encanta el lugar-, y después de recorrerlo una y otra vez, sólo podría aceptar una teoría -no'más por mis puras ganas de chingar-:
Más que el corazón de la patria mexicana -what ever thats mean- el Centro Histórico de la Ciudad de México es la fiel representación de la sociedad mexicana y su cimiento. Construida sobre terreno fangoso con un artilugio que hoy sólo podemos observar en la zona de Xochimilco -o lo que queda de él-, con edificaciones chuecas o enderezadas a golpe de hundimientos provocados, que además no se necesitan pues se hunde solito a razón de 2 o 3 centímetros por año, y lo que es peor, cuando la masa popular piensa que le pertenece y se hincha su pecho de orgullo por él, en realidad es propiedad de Carlos Slim y el gobierno de supuesta izquierda ya ni siquiera los deja manifestarse a menos que sea para celebrar partidos de futbol...
¿A poco no estamos bien jodidos?

---Alexred---

miércoles, 26 de febrero de 2014

Te escribo un abrazo... (De la serie Los Años Maravillosos)

Te escribo desde aquí todos los abrazos que necesites, aun y cuando no estés dispuesta a leerlos, porque si un abrazo nunca está de más, muchos abrazos nunca sobran y acaso podemos guardar alguno como reserva, aunque nos sea necesario pues mis abrazos para ti siempre están dispuestos para cuando los ocupes (aunque no los necesites). Van con todo el cariño que sabes que te tengo. Te quiero mucho.

---Alexred---

lunes, 27 de enero de 2014

Máximas axiomáticas (de la serie Misantropías pasajeras)

Tenía apenas 17 años, jugaba futbol en el representativo de la Universidad a nivel bachillerato; el deporte no sólo te ayuda a desarrollar habilidades físicas sino también templa el carácter, y si es además de contacto te permite adelantarte al menos un paso a tu adversario, simplemente una cuestión de supervivencia.

En una de las pláticas del entrenador con el equipo, palabras más, palabras menos, él nos explicaba que a partir de nuestra preparación sería más difícil para nosotros jugar cascaritas con nuestros cuates sin parecer torpes. La razón era sencilla: todo el mundo juega futbol pero no significa que todo el mundo sepa jugar  futbol, así. mientras nosotros seguíamos aprendiendo y practicándolo: movimientos con o sin balón, estrategia, jugadas de ataque y de defensa, etcétera, cuando jugáramos en la escuela o en la calle parecería que los que no sabían jugar seríamos nosotros. Y en efecto así era.

Con el paso del tiempo -y gracias a esa habilidad aprendida en el deporte y desarrollada más tarde en el ámbito profesional- esa misma experiencia se trasladó al ámbito personal. 

Una búsqueda larga de mi identidad en la escuela de la vida -lugar común, eufemismo pues, que sirve para indicar que la vagancia ha sido parte de tu historia y al mismo tiempo pretender justificar que al menos te ha dejado algo “positivo” y no sólo una larga lista de dolencias y adolescencias- me obligó a observar detenidamente a las personas, cercanas a mi o no, que por alguna razón entraban a eso que llamo la órbita de mi vida, y, como en el deporte que elegí donde cada juego es el más importante, comencé a adelantarme un pasito nada más y descubrí que la gran mayoría de la gente puede ser predecible.

No se imagina todo lo que se puede descubrir con sólo observar un poquito a las personas. Es increíble como son capaces de preguntar por qué es que les pasan las cosas o les salen de tal o cual manera, sin sospechar, mucho menos pretender que pueden ser la causa de muchos de -sino todos- sus males.

La vida pues, -el eufemismo por delante que ahora me sirve para disimular una disculpa por lo que viene- me ha enseñado algunas cosas sobre las personas. 

En el entendido de que es una generalidad, que siempre puede herir susceptibilidades y que de ser el caso es por que a usted le quedó el saco, comparto al lector -con la esperanza disfrazada de presunción de que esto será leído por alguien en algún momento de la vida- los sabios conocimientos adquiridos durante una larga vida y que pueden permitirle sobrevivir en esta sociedad en la que cada vez más importa menos realizar el ejercicio mínimo que se supone nos distingue de otros animales y nos sitúa -según dicen- en la cima de la cadena alimenticia: pensar...

Máxima número 1: La gente es pendeja.
Máxima número 2: La gente es pendeja y culera...

Y como dice House “todos mienten"...