domingo, 7 de mayo de 2017

Cuando las mujeres dejaron de ser diosas…* (de la serie Palabras Aparte...)

**En el principio era el verbo
y el verbo no era dios
eran las palabras
frágiles transparentes y putas…

En la tradición judeo-cristiana, Dios creo el mundo en seis días, empezando por los cielos y la tierra; la luz y la diferencia entre el día y la noche –la luz y las tinieblas-; el mar, las bestias marinas, las bestias terrestres, en fin todo lo que conocemos; y fue hasta el último día que decidió, siempre según el Libro del Génesis, hacer al Hombre a su imagen y semejanza para que señoreara a todos los animales que habitan la Tierra. Y creo Dios al hombre a su imagen –dice la Biblia y remata –a imagen de Dios lo creó.

En el mundo occidental –de tradición judeo cristina-, el primer libro del Antiguo Testamento (el primero del Pentateuco), ha servido de base para fundamentar la acción del hombre sobre la naturaleza y en general, sobre su entorno. Sin dejar de lado lo bella que puede ser está primera parte de la historia, plantea contradicciones que repercuten en la conformación de la sociedad actual, sobre todo –y en este punto es el que nos concentraremos- en el papel que las mujeres ocupan y rol que deben jugar.

El planteamiento es a partir de dos razonamientos, primero, el que tiene que ver con los orígenes “espirituales” del hombre, a través de una religión –la judía- y una de sus posteriores vertientes más importantes, la cristiana. En este sentido, en la primera parte del Génesis, es claro que Dios ha decidido crear al hombre a su imagen y semejanza, sin embargo, se suele omitir la parte que dice: varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y Multiplicaos; llenad la tierra y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.

A partir de aquí podría parecer sorprendente que la historia de la humanidad devino en la historia del hombre sí, del hombre como individuo, no del hombre como especie, es decir la historia del hombre pero no de la mujer, que de acuerdo con lo anterior fue también hecha a imagen y semejanza del poder creador y destinada a reinar junto con su pareja sobre la tierra.

Si seguimos leyendo la historia, entenderemos el origen de tal ignominia. A pesar de que el libro dice que Dios vio que todo lo que había hecho era realmente muy bueno, a partir de la segunda parte, y en adelante en todo el libro, vemos plasmado el papel de la mujer en un documento que para millones de almas en la Tierra, es ley.

Así, cuando se trata de especificar el origen del hombre como especie en la tierra y la acción del ente creador, plasmada en las palabras santas tan sólo unos párrafos antes, se acota que la creación del hombre como individuo fue antes que la de la mujer y más aún, que ésta le debe la existencia, pues Adán se sentía muy solo y para aliviar tal penar se le concedió una compañera tomada de su costilla, por lo que la mujer quedó desde ese momento excluida de ser tomada como creación a la imagen y semejanza de dios, reina y señora de todo ser vivo sobre la tierra, y –peor aún- relegada a un segundo plano en la historia de la humanidad por tratarse de un apéndice masculino.

No conforme con eso, aquellos que escribieron el libro sagrado le echaron la culpa a Eva por comer del árbol del fruto prohibido sentenciando: Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti. Así se legitima la acción del hombre sobre la mujer en la historia de la humanidad; historia escrita, como la Biblia, por los hombres hinchados de soberbia capaces de asegurar que somos hechos iguales a Dios, y que no conformes con “su voluntad” de mandar sobre todas las especies de la Tierra, había que legitimar el golpe de Estado contra las mujeres.

**…la gran literatura sólo se produce en la infelicidad
y solidarias y espléndidas parían
adjetivos y gerundios
preposiciones y delirios
con los cuales decorar el retortijón existencial
y convertirlo en oda o nouvelle manifiesto
las revoluciones frustradas tienen eso de bueno
provocan angustias de un gran nivel artístico
en tanto los triunfantes apenas si alcanzan
logros tan prosaicos como la justicia social.

Así se explica sola la segunda cuestión, que se ubica al preguntar ¿cómo es posible que en pleno siglo XXI sigamos discutiendo el papel que deberían tener las mujeres en su participación en todos los ámbitos de la sociedad?
En efecto, cuando las revoluciones burguesas establecieron los derechos del hombre y el ciudadano, lo hicieron bajó este mismo esquema: derechos para los hombres como individuos y las mujeres bajo su protección. Sólo cuando el proceso capitalista se dio cuenta de que las mujeres “libres” constituían un poderoso, importante y creciente papel en el circuito del mercado mano de obra-consumo, fue que se les comenzaron a otorgar derechos civiles, políticos sociales y económicos, a cuentagotas por supuesto, para evitar una sublevación al status quo patriarcal

Curiosa historia que le dio libertad a los esclavos pero mantenía bajo su yugo dominante a las mujeres.

**…en el después será el verbo
y el verbo tampoco será dios
tan sólo el grito de varios millones de gargantas
capaces de reír y llorar como hombres nuevos y
mujeres nuevas
y las palabras putas y frágiles se volverán sólidas y artesanas
y acaso ganen su derecho a ser sembradas
a ser regadas por los hechos y las lluvias
a abrirse en árboles y frutos
a ser por fin alimento y trofeo
de un pueblo ya maduro por la revolución
                                                                                y la inocencia.
* Publicado en Palabras Aparte en 2011
** Fragmentos del poema El verbo de Mario Benedetti.
---Alexred---

1 comentario:

  1. Me encantó tu planteamiento, que da cuenta de esta realidad. Resultaría interesante conocer ahora tu opinión de esta situación, en el otro ámbito no influenciado por la creencia judeo-cristiana....��

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