jueves, 11 de mayo de 2017

(De)Ambulante... (de la serie Bitácora de viaje[s])

Todos los periodos vacacionales la familia estaba lista para salir, opciones había; así recorrimos todos los balnearios de Morelos con sus respectivos toboganes, disfrutamos de las playas de Acapulco; todavía llegamos a salir a Oaxaca o Michoacán en tren desde la estación de Buenavista en la Ciudad de México; en alguna ocasión cuando llegó de visita la familia de California los llevamos a Chinconcuac por ropa; o con amigos de la familia a un increíble rancho en Quéretaro.

Unas veces eramos sólo nosotros, papá decía vámonos y era salir con todo y la abuela que tenía que aventarse unos buenos rounds con su jefe por la intransigencia familiar, todo el tiempo escuchábamos música e íbamos cantando (alguna vez nos quedamos varados en la carretera toda una noche por una falla mecánica); otras veces era con la familia, los bisabuelos, las tías de mamá, sus primas, sus primos, sus hijos, sus hijas. En los veranos de Oaxtepec o en la casa de los abuelos en Cuautla nos reuníamos entre 7 y 18 chamacos ¡Una locura! Recuerdo perfecto que la mamina nos llevaba a caminar por las vías del tren antes de llevarnos a nadar. Por supuesto eran comunes las fracturas, las raspadas y las peleas. 

Desde niños nos acostumbraron a viajar en autobuses, la primera vez que lo hice sin papás fue bajo el cuidado de los abuelos (bisabuela y bisabuelo), recuerdo perfecto que viajaban "hasta con el perico", en alguna ocasión el abuelo llevaba una cubeta de leche de la CONASUPO que por supuesto se cortó, tan chacharero él que aprovechó el incidente para elaborar un queso sensacional, nada desperdiciaba -en serio, nada-.

Un día nos enviaron a mi hermano y a mi a Los Ángeles, el primer viaje en avión y completamente solos, aunque siempre cuidados por una auxiliar de vuelo, para un niño de 11 años es un viaje increíble. 

La vida familiar poco después de este viaje cambio por completo y lo que pintaba como un futuro en el que los viajes internacionales serían una especie de "sello de la casa" se vio truncado al grado de que el siguiente viaje en avión no sería sino hasta algunos años después estando ya en la Universidad.

Sin embargo, los viajes dentro de la República Mexicana continuaron, ahora solo o con los amigos (a los 16 me fui sólo con mis amigos a Acapulco), desde muy chico comencé a hacer mi recorrido: Zacatecas y sus museos, Guanajuato y sus célebres festivales y sus contrastes, Michoacán con su herencia familiar, Yucatán y su hermosa ciudad capital, Guerrero con sus playas, San Luis Potosí, Tamaulipas, Veracruz, Hidalgo, Querétaro, Coahuila, Chihuahua, Monterrey, Chiapas y un largo y detallado etcétera en estos y otros lugares.

He tenido la fortuna de que mi talante inquieto me ha llevado a radicar lejos de la Ciudad de México y mi trabajo me ha llevado a conocer lugares que no pensaba visitar pronto, me he maravillado con la historia de las culturas prehispánicas, con la belleza de las mujeres en todo el país, he bebido, he visto al sol salir y ponerse en las playas, en el campo, he meditado, he sido arrestado (una sola vez y era menor de edad -muy menor-) he estudiado a poblaciones, he conocido limitaciones, he corrido y jugado en la playa, he trabajado para estrellas de Hollywood, he comido cosas exóticas, he disfrutado de las maravillas de la naturaleza y muchas cosas más.

Como es natural, las experiencias y los recuerdos son largos, conforme ha pasado el tiempo, en cada viaje he ido aprendiendo cosas y mi formación me ha obligado a mirar con ojos escrutadores de la situación social, del contexto histórico, no lo puedo evitar.

Por eso estoy sorprendido de cómo me he sentido últimamente, estoy por iniciar un viaje en carretera, largo, de muchos kilómetros pues, no es la primera vez que viajo tanto y sólo, pero si es la primera vez que lo hago en un contexto como en el que vivimos, la violencia y la sensación de que efectivamente hay tramos controlados por el crimen, organizado o no, o con tal descontrol que hasta de las autoridades dudas, me tienen -debo confesar- asustado. Sin embargo, es mi derecho, mi gusto, y extremaré precauciones y viajaré de día y veré y aprenderé y conoceré y si me permiten, compartiré con ustedes la experiencia.

Así sea.

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