viernes, 11 de noviembre de 2022

Volar... (de la serie El mundo unido por un balón...)

El sábado volé...

Casi todos los niños de niños queremos ser futbolistas de grandes. Esta es una verdad casi absoluta y de alguna manera, todos lo intentamos hasta que se nos chinga la rodilla. 

Pero, lesiones -pretextos, causas, motivos- aparte, el futbol, como casi cualquier actividad deportiva, ayuda a desarrollar el carácter, algunos valores importantes para la vida y rasgos de nuestra personalidad.

Yo, por ejemplo, le perdí el miedo a los golpes, recibiendo balonazos y alguna que otra patada durante los entrenamientos, aprendí a plantarme frente a las personas y proteger mi espacio personal y despues de eso me volví loco y pude jugar otros deportes de contacto a nivel de competencia amateur.

Una de las lecciones más importantes que aprendí de un entrenador fue cuando nos dijo que "todo el mundo juega futbol, pero eso no significa que sepa jugar futbol, y entonces ahí están ustedes corriendo buscando espacios, con técnica, que parece que los que nos saben jugar son ustedes", y eso aplica para la vida.

Ahí anda uno tratando de hacer las cosas bien y de pronto volteas y todo el mundo está hecho un pinche desmadre, transando, haciedo las cosas más o menos -en realidad menos que más-, administrando la pashuatez -consciente o no-. 

Pero esa es otra historia...

Déjenme regresar: Con el Mundial en puerta, no puedo dejar de pensar lo que el futbol me ha dado: satisfacciones; triunfos; liderazgo; trabajo en equipo; uno que otro madrazo -físico y espiritual-, buenas relaciones públicas (¿o a poco creen que solo con el golf o el tenis se puede?); y también amistades importantes.

Perder esta idea de que el futbol nos va a dar de comer, perdida en el momento que se nos rompió la rodilla, no impide que sigamos disfrutando de jugar, con pasión. Se sorprenderían de ver las ligas de barrio de las personas de más de 60 años.

Yo, después de que casi juego de manera profesional, y que cada vez que veo un balón me vuelvo loco, dejé de jugar mucho tiempo. De hecho, deje de hacer ejercicio mucho tiempo. Y cuando se me presentó la oportunidada en un nuevo trabajo, organicé el equipo y me apunté como portero, cuando la última vez que lo hice fue a los 8 años, con la única finalidad de jugar todo el partido -por aquello de la (falta de) condición : ¡Vaya sorpresa! resulté buen atajador.

Yo que toda la vida jugué de delantero goleador, encontré que la portería es igual de relevante que la delantera: en realidad no hay diferencia entre anotar un gol o evitarlo; entre fallar frente a la portería o teniéndola detrás. Ambos, -yerros o aciertos- se ven reflejados en el marcador. 

Pero lo más importante uno puede volar...

No es lo mismo soñar que vuelas como Superman, el Hombre Araña o Hulk -sí he soñado que vuelo así, de a brinquitos, jeje- que lanzarte en serio para detener una pelota... lo había hecho de manera muy vertical, como portero profesional, se los prometo, pero lo del sábado pasado... ¡uf! 

Clarito sentí como me impulsé, con la estirada de brazos me levanté del piso, detuve el balón y caí rodando. De hecho, la caída me dio una idea del tamaño del brinco, pero no lo tenía taaan claro. Hasta que me lo contaron: según yo me lancé para sacar el balón que iba pegado al poste y lo alcancé; pero me dicen que en realidad lo saqué del ángulo (sí, sí, de donde dicen que las arañas hacen su nido), lo que significa que brinque más de 2 kilos de tortilla. ¡No mames, volé!

Se acaba el año y con él, la temporada;  comenzaremos a jugar liguilla -porque clasificamos por primera vez en tres años- y ya les contaré como cerramos el año: ya como delantero, ya como portero. El chiste es disfrutar el juego... y seguir volando. 

---Alexred---

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