martes, 23 de abril de 2024

De viajar y (mal) dormir, o no... (De la serie Bitácora de viaje(s)...)

Generalmente romantizamos los trabajos que te mantienen de viaje. Y no me quejo, solo me gustaría platicarles unas anécdotas que tienen que ver con viajar de trabajo y los placeres que no tiene esta modalidad., por ejemplo dormir o no dormir...

Miren, viaje recientemente a Campeche, una ciudad pequeña pero muy bonita; tiene un gran problema de conectividad aérea, y como en México todas las rutas llevan a la capital del país -Chilangotitán, pues- Campeche solo alacanza un par de vuelos al día quizá tres y no diario; y el vuelo de la mañana es, en serio, de madrugada, a las 6:30 horas. Así que toca ver el amanecer a las 5:40 en la sala de espera. A esto hay que agregar que tienes que llegar al aeropuerto entre 2 y 1.5 horas antes, más los 20 minutos de distancia del centro a la terminal aérea, y como tuvimos una jornada larga de trabajo, en realidad solo te quedaron tres horas de (mal) sueño, y ya te levantas con la maleta casi lista a bañar para salir fresco a las 4 de la mañana. 

Y entonces recordé otras ocasiones en las que mal dormí y son dignas de contar. 

Comencemos con los antecedentes -y no, no es Mesopotamia-. Recuerdo que los viajes largos en mi adolescencia, los hacía en autobús -porque estudihambre- y me gustaba viajar de noche, para llegar temprano a mi destino y disfrutar lo mejor posible el primer día de estancia. De esta manera hice viajes a Acapulco, en Guerrero, con los amigos, a Ciudad Victoria,  Tamaulipas, cuando todavía se podía, a visitar a la familia. También fui a Mérida pero el viaje en camión era de 24 horas. 

En viajes en carretera en automóvil, casi siempre si no manejo yo, me duermo -ya desde tiempos remotos, jeje-; ahora, a veces, si me siento con sueño y voy manejando, prefiero hacer una pausa -siesta- de 20 minutos en alguna gasolinera o lugar concurrido. 

En los aviones, generalmente siento el cambio de presión una vez que comienza a elevarse y ¡hasta la vista, baby! a-dor-mir. 

Esto genera riesgos (o más bien, sopresas): en una ocasión, de regreso de un viaje con mis ahora compadres a Veracruz -y otro wey- viajamos de regreso a CDMX de noche con el objetivo de llegar como a las 4 de la mañana. El camino era por Cumbres de Maltrata -cuando se podía hacer eso- y, de pronto, me desperté a la mitad de un derrapón que nos hizo dar vueltas como trompo, ocasionado por una mancha de aceite en plena bajada. 

Imaginenme yo así de ¡nomames!¡nomames!¡no mames!

Afortunadamente no pasó nada más que el susto, entonces, seguí durmiendo. 

Otra: hace poco, en un viaje de trabajo, la ruta era del lugar de mi exilio a Saltillo -vía Monterrey porque así es el libre mercado- y de aquí en vez de regresar a mi lugar de origen, directo a Tuxtla Gutiérrez, en el hermoso Chiapas y, ahora sí, de regreso a mi exilio vía CDMX porque ya les he dicho que queda de paso...

El chiste es que, por razones ajenas a mi control (pueden leer y escuchar el chisme completo aquí: y aquí) perdimos el vuelo a Chiapas, entonces decidimos regresar a nuestro origen y el vuelo salía por ahí de las 6 de la mañana siguiente (eran como las 10 de la noche cuando compramos el billete de avión derrotados por nuestra pérdida del vuelo). Ya no se podía ir a ningún lugar, así que decidimos esperar en la sala del aeropuerto, sentaditos en la cafetería que, afortunadamente, no cierra nunca. 

No se acaba aquí la historia, y esta parte creo que no la he contado: por fin accedimos a la sala de espera para abordar el avión con suficiente tiempo, nuestro transporte salió puntual y como no había dormido y el cambio de presión en la cabina, a dormir pues, en cuanto despegamos. 

Cuando desperté el avión estaba aterrizando en... ¡Huatulco! Otra vez ¡nomames!¡nomames!¡nomames! Nada que ver con nuestro destino.



Que les digo, son los gajes del oficio -y ya hemos platicado de esto-, que se convierten en historías para contar...

A ustedes, ¿les gusta viajar?¿les ha pasado algo extraordinario sobre los viajes?

Les leo...

---Alexred---  

 

viernes, 29 de diciembre de 2023

Cartas y mails... (de la serie Baúl de los recuerdos)

Hace unos días hice limpieza de un cajón donde guardo cosas que me recuerdan diferentes etapas de mi vida; encontré boletas de calificaciones de mi larga vida académica; exámenes; fotos; detalles que recibí; estampas de álbumes; pendejaditas y cartas, muchas cartas.

Resultó muy interesante ver como una manera muy efectiva de comunicarnos -al menos en las décadas de los 80 y 90s del siglo pasado, era a través de las cartas y notas de todo tipo: de amistad; amor; friend zone; para reclamar; disculparse; declararse; agradecer; felicitar... ¡puf! 

Además, en cualquier presentación: tarjetas, post its, hojas blancas; hojas sueltas; hojas de cuaderno; cartulinas; en sobre o las hojas perfectamente dobladas con una creatividad que dificultaba regresarlas a su estado original. 

Tengo cartas de compañeritas de la primaria que me dicen cuán contentas estaban de contar con mi amistad; muchas cartas y tarjetas de la vecina con la que compartimos tiempo y espacio en una niñez muy feliz y un amor de esos que si lo piensas ahora, lo llamaríamos platónico; cartas de novias que me cortaron así de lejitos y de muchas personas en la secundaria y preparatoria; incluyendo ese primer amor.

Hace poco me preguntaba porque me gusta tanto hablar y escribir sobre las cosas que pasan en la vida cotidiana; me parece que en esto que encontré en mi cajón está la respuesta: pertenezco a una generación, quizá la última que tenía en el papel y la pluma un poderoso medio de comunicación y muy diferente a lo que poco tiempo después significaron los mensajes en el celular y los correos electrónicos.

Precisamente, sobre estos últimos, recuerdo como fueron sustituyendo al papel, la facilidad para llegar a las personas los convirtieron en una muy, muy práctica manera de comunicarse: podías enviar esas cadenas de chistes -u otras cosas- y sentías que estabas en contacto con mucha gente. 

Yo los utilizaba para enviar mensajes masivos, lo mismo cadenas de chistes (jeje) que anuncios y felicitaciones de fin de año. 

Espero poder subir algunas de esas comunicaciones, como ejemplo de lo que se vivía a principios de siglo, y espero poder escribir aquí sobre este fin de año. 

Miren todo lo que evoca una espulgada al cajón de recuerdos, y ya no les digo sobre mis calificaciones: encontré boletas de primero de primaria, examenes del último año, las evaluaciones de diagnóstico cuando entré a la secundaria de la UNAM, bueno, de pronto encontré examénes de la especialidad, y esa ya la hice... no mames! ni tan reciente; ya pasaron 12 añitos... ¡uf! recuerdos y más recuerdos que, insisto me dan temas que platicar aquí y quizás en el canal...

¡Feliz año! Les escribo pronto.  

---Alexred---

lunes, 27 de marzo de 2023

Subconsciente... (de la serie Vivir sin aire...)

Apenas, en la última entrada de este blog (aquí pues) escribí sobre la experiencia de (casi) morir y la nada que la acompaña; esa oscuridad y silencio que siguen al acto de estirar la pata. 

Sin embargo, me quedé con un saborcito de boca agrio después de que un gran amigo me escribió: 

"Ya me lo eché, y qué crees Carnal yo si ví mi vida en fracciones de segundo cuando iba a morir ahogado, pero esos temas son muy subjetivos, lo único que sé es que a Dios gracias aquí seguimos cumpliendo nuestro objetivo de vida y la hora de dejar este mundo terrenal pasará cuanto tenga que pasar..."

No he platicado con él para saber el momento exacto de su visión, si fue antes de perder el conocimiento, lo que significaría que su visión fue parte de eso que antecede a la muerte y llamé accesorio; o si además pasó por un proceso de reanimación y fue antes de, digamos, regresar, donde se le presentó la película de su vida. 

Y entonces, sí hubo algo: una manifestación del subconsciente o algo parecido. 

Pero, me parece querida lectrora, querido lector, no una señal que nos indicara que hay algo más allá: un camino, una luz o un destino final. Sigo pensando que solo hay oscuridad... y silencio. 

No obstante, estas manifestaciones del subconsciente que se niega a dormir, yo también las he vivido. 

Les cuento: Estaba yo en el segundo año de preparatoria, al final del año de 1995. Había pasado la tarde en casa de mi amiga F, en el oriente de la ciudad, y me fui de ahí rumbo a casa de mi amigo JC -que, por cierto, fue quien me escribió el mensaje que reporduzco líneas arriba-; y de ahí nos iriamos a casa de las novias, -como nota al pie: eran hermanas- para, finalmente, irnos de fiesta pues viernes. 

Cosas de la conectividad en el entonces DFectuoso, un viaje de un camión y un pesero me llevaba de casa de mi amiga a casa de mi amigo. 

El punto es que no llegué a este último destino. Básicamente porque me atropellaron justo en el transbordo...

Sí, me atropellaron. 

Un camión de una y media tonelada que venía de la Central de Abasto me empujó y afortunadamente caí sobre la banqueta, sino, estoy seguro, el conductor se hubiera regresado a rematarme; ya ven que en México se dice que sale más barato un muerto que un herido -creencias de gente pendeja *dijo la señora-. 

Gente Pendeja Pendeja GIF - Gente Pendeja Pendeja Creencias De Gente Pendeja GIFs

En fin, lo que recuerdo es que me bajé del primer camión en la parada correspondiente, una glorieta en avenida Año de Juárez, en la orilla del mero corazón de Iztapalapa; atravesé la primera parte de la glorieta caminando, normal, y en el segundo tramo, para alcanzar el segundo transporte, se me ocurrió por la prisa, atravesarlo en diagonal y ahí alguien alcanzó a gritarme "¡cuidado!"; yo volteó a ver y ya tenía el camión encima, pero haciendo gala de unos buenos reflejos, alcancé a dar un salto para atrás y, como basquetbolista, profesional crucé los brazos sobre el pecho y me preparé para recibir el golpe. El camión me alcanzó a pegar con la esquina del cofre -gracias al salto pro- pero no me libré del espejo, que generalmente esta muy despegado de la puerta para sortear la caja de carga. Éste me golpeó en el brazo y en la cabeza y, supongo, fue el que me empujó hacía donde terminé tirado, ensangrentado y madreado, en medio del camellón. 

Lo curioso es que lo recuerdo así por el registro hecho por mi subconsciente. 

Me explico. Todo lo que les describí estuvo antecedido por una discusión con mi amiga F (que en la realidad no hubo), el trayecto completo y, cuando recibí el golpe en la cabeza, desperté tirado y con la vista empañada por la sangre. Una vez que pude enfocar lo suficientemente bien para ver la calle en la que me encontraba, traté de levantarme y en ese momento una señora me dijo que no lo hiciera, que ya había llamado a mi casa y que ya venían a auxiliarme. 

¡No mames! ¿Cómo así? Si no llevaba ninguna identificación -la semana anterior me habían asaltado, si ya sé, mucho drama y un toque (toquesote) de mala fortuna-. 

Le pregunté de mi ronco y puteado pecho: -¡ah chinga! y quién le de dio mi número. La respuesta - Tú, te pregunté y me dijiste este número 656... ¿sí es ese?- preguntó. 

Y yo otra vez así de: ¡no mames..! Respondí -Sí, sí es. 

Es decir, yo atropellado, mayugado y herido, mientras soñaba que me peleaba con mi amiga F y recreaba el accidente, le recité a pregunta expresa mi nombre, el de mi madre y mi número de teléfono; y esto es algo que no tengo registrado en mi memoria. 

Mi cuerpo puteado y mi mente trabajando a mil por hora; vamos, que alguien tenía que responder ante la emergencia. 

Así que otra vez, no morí, no sé si estuve cerca; pero sí sé que estuve inconsciente y que mi mente no se detuvo a pesar del madrazo. 

Punto para la oscuridad y el silencio que -parece- sobreviene a la hora de morir.

Ustedes ¿que opinan? 

---Alexred---

miércoles, 22 de marzo de 2023

Morir... (o casi) (de la serie Vivir sin aire...)

Siempre que escuchas hablar sobre experiencias de encuentros cercanos con la muerte, la gente platica historias de como han visto pasar su vida completa en una fracción de segundos; o sobre seres de luz o seres de oscuridad que los rondan; o sobre imágenes de lugares increíbles, una especie de paraíso con mucho brillo o algo así...

Yo casí muero y les puedo decir que no vi nada.

Quizá la diferencia está en el "casi"; y no es menor, sin embargo puedo decir que es una expeiencia muy cercana y, efectivamente, no hay nada. 

Recuerdo un libro que leí de Ken Follet, se llama "Los pilares de la tierra", y cuenta la historia de dos albañiles -papá e hijo- en la temprana Edad Media, empecinados en construir una catedral. En algún momento de la historia se hacen de enemigo a un feudal, que en otro algún momento, ataca la aldea con sus secuaces, y aquí el narrador describe como, con un golpe en la cabeza, muere el papá entre la multitud: un golpe seco y lo que siguió fue la oscuridad. Nada más. 

Así pienso que llega la muerte a la mera hora. 

Y es que todo lo demás, y me refiero a lo que antecede a morir, desde una agonía convulsa hasta una muerte sorpresiva, fulminante, instantánea, no es la muerte en sí, sino un accesorio que la acompaña, para bien o para mal. 

Entonces, pues, un suspiro, un instante en el que todo se apaga y no vuelve a prenderse. 

Les cuento: estando ya en la plancha me colocaron la anestesia - un pinchazo y vas a sentir sueño casi inmediatamente, dijo el doctor y así fue. 

De pronto, no sabía cuanto tiempo había pasado, pero comencé a escuchar las voces del doctor y de su equipo. Mi primera reacción, recordando esa película que habla de las personas que sí se duermen con la anestesia pero su subconsciente no y se mueren de la angustía por lograr que los doctores se den cuenta antes de abrirles, fue abrir muy bien los ojos e identificar que partes de mi cuerpo podía mover para llamar la atención de los doctores; funcionó -según recuerdo- por que clarito escuche como sí se habían dado cuenta que estaba despertando. 

Una vez conseguido el objetivo me pude concentrar en otros temas: para empezar, ser consciente de que no podía respirar, ni hablar; principalmente porque mi cuerpo no tenía presión -como después me enteré- pero también porque tenía un tubo metido en la garganta. 

Fueron en total como 60 segundos de angustia, de deseperación, de miedo. Inmediatamente después me volvieron a dormir y entonces sí la inconscienca y la oscuridad. 

No desperté sino hasta cerca de doce horas después, en terapia intensiva. Resulta que primero se me subio la presión, hasta el décimo piso del hospital -tiene 10 y yo estaba en la sala de operaciones en el primero-, por eso me despertaron -es decir, que mi desesperación era infundada, pero que iba yo a saber-; y cuando me despertaron mi presión se fue a la sima, por eso me volvieron a dormir -por eso y porque me tenían que operar-. El punto es que me puse mal, muy mal y yo ni siquiera me enteré. 

Es decir, pude no haber despertado y ahí se hubiera acabado mi historia. Sin ver nada, sin que se me revelara nada... ni nadie. 

Afortunadamente desperté, y bien; mayugado por la operación y por supuesto por el paseo en montaña rusa de mi presión, mis niveles y todos sus amigos.

¿Significa algo?

Como dijo el poeta: no lo se de cierto, pero lo supongo. Y aunque parezca un lugar común, el tiempo lo dirá. 

Mientras tanto seguimos aquí, contando historias... y también aquí en YouTube jeje.


---Alexred---

viernes, 17 de febrero de 2023

Brillo... (de la Serie: Impresionismo...)

Dicen que si observas las primeras pinturas de Renoir o Monet -grandes maestros de la pintura impresionista- y las comparas con las últimas, puedes ver un cambio importante en el brillo de los colores con los que, a su manera, veían la vida. ¿Qué significa? Pues, que su registro del mundo, esa manera vívida que al final plasmaban en sus maravillosas obras, paulatinamente fue perdiendo su brillo y esto, al momento de pintar, se refleja. 

La explicación  es simple: el tiempo no perdona, y los ojos -como todos los órganos del cuerpo- van perdiendo la capacidad de observar con el brillo de unos ojos jóvenes. 

Nos hacemos viejos completamente. 

Traigo el tema a colación porque recientemente viaje a un lugar del que ya les he hablado antes -denle click acá-: el majestuso estado mexicano de Chiapas. 

Un lugar al que siempre me gusta regresar; y es normal, finalmente uno regresa siempre a donde se siente agusto y lo tratan bien. 

Una de las tantas maravillas que tiene este lugar es la cantidad de tonalidades de verde que puedes ver en un solo lugar; verde por todos lados, incluidas las ciudades.

Por eso me preocupé -mucho- cuando saliendo del aeropuerto me encontré con una buena parte del paisaje de un color café que no me había tocado ver en los hermosos paisajes que recuerdo. Inmediatamente me vino a la mente que a mis ojos ya les estaba ocurriendo aquello que les platico al inicio de este post: el incontenible, irremediable, paso del tiempo...

De pronto pensar que, así de la nada, mis ojos estuvieran perdiendo su capacidad de observar el brillo de los colores o lo colores mismos, me aterró. Y no es que por mí no pase el tiempo, pero tampoco es como que el pasado soy yo. Así que esperé para -quizá- alcanzar a ver esos colores tan espectaculares...

Afortunadamente, para mi propio ánimo, los colores aparecieron, por todas partes menos en la salida del aeropuerto, y ya con más calma pude reflexionar sobre lo ocurrido: al final, querida lectora, querido lector, nunca había visitado Chiapas en invierno, sin lluvia; y eso es un factor importante. 

Así que mi percepción del mundo seguro ha cambiado, pero no tanto como para preocuparme, y el viaje me permitió medir un poco la temperatura social, visitar San Cristóbal de Las Casas y hacer un recorrido por el impresionante Cañón del Sumidero, del cual hice muchas tomas que pronto las subiré al canal

Todo bien.

---Alexred---

lunes, 30 de enero de 2023

Días de enero... (de la Serie Yo no olvido al año viejo...)

Lo malo de que acaba un año, es que enero nos estalla en la nariz. con su larga y pesada pendiente. 

La cuesta de enero significa que todos vamos -en bola- en una pendiente hacia arriba después de la orgía festiva y consumista que significó diciembre y sus infinitas fiestas: actualización de tarifas de bienes; servicios; alimentos; energéticos y hasta impuestos.

El regreso a la escuela o a las actividades laborales porque, como cristianos que somos, aprovechamos unos días para descansar -siempre y cuando se pueda, ¿verdá?-. 

Reiniciar semestre o año lectivo en la escuela, no lo sabíamos pero nos preparó mentalmente para iniciar el año fiscal para cuando nos incorporaramos a la planta productiva o a la burocracia. 

Solo de describirlo uno se agota. 

A este tortuoso camino que año con año tenemos que pasar, hay que sumarle que parece  que a enero le han agregado unos cuarenta o cincuenta días más; es decir, que el mes dura mucho, mucho más; lo que le da una sensación de "larguedad" tan innecesaria como agónica. 

Curioso es el hecho de que en lo personal no recuerdo haber escuchado o sentido en el ambiente -me refiero a la gente- esta sensación de infinitez sino hasta apenas hace tres años. 

El fatídico 2020 inició con un mes de enero que tuvo 85 días y el anuncio de que el mundo entraba, oficialmente, en una crisis de salud provocada por un virus de origen desconocido que encendía además, una alerta epidemiólogica, cuyos efectos aún seguimos sufriendo -sin dejar de mencionar los que aun no conocemos-.

Es decir, a la ya de por sí difícil cuesta de enero, teniamos que agregarle kilometros (días) y kilometros (más días) de distancia. Suena más duro todavía si nos imaginamos pasados de peso por partida doble: la tragazón navideña y los gastos realizados durante la temporada.

Pero como humanos capaces de no aprender de nuestros errores que somos, 2023 ha iniciado con esa sensación de que este enero tiene 90 días; y la nota en el periodico me recuerda la tragedia: la Organización Mundial de la Salud ha informado que seguirá con la alerta epidimiológica al máximo; después de que a finales de noviembre declaró que estaba por terminar el riesgo. 

Les digo, la tragedia... 

Yo, querida lectora, querido lector, como siempre, sin ánimo de decirles de manera impostiva qué hacer, le aconsejo que se lo tome con calma. Ultimadamadresmente, enero acabará cuando tenga que hacerlo y podremos irnos libre y agustamente a entregar al sufrimiento y horrores que nos deparan los demás meses. 

Recuerde siempre que febrero tiene solo 28 días y un feriado y después viene el fin de año.

Sea feliz.. 

En algún lugar de la República Mexicana a 85 de enero de 2023.

---Alexred---

jueves, 19 de enero de 2023

Chou bisnes... (de la serie La caja idiota...)

La industria del espectáculo ha logrado consolidarse en la nueva realidad, las nuevas reglas, las nuevas maneras de hacer contenido, que trajeron consigo las plataformas de redes sociales que llegaron con el internet.

No solo obligaron a empresas -y a empresarios-, a técnicos y actores/actrices, conductores, creadores, productores e intérpretes (etecétera) a adecuarse a estas nuevas maneras, sino además le han dado la oportunidad de sobresalir y mostrar su contenido a personas que, en medios tradicionales jamás hubieran sido tomados en cuenta. 

Entonces, vemos un sinfín de personas subiendo contenido a la red teniendo como única limitación el tamaño de su creatividad; en este sentido, podemos incluso discutir si nos gusta o no, al final es eso: una cuestión de gustos.

Pero también nos encontramos con el uso de fórmulas "probadas" por la antigua televisión que pueden ayudar -o no- al propio contenido; tanto en términos de recusos técnicos, económicos y administrativos, como en marketing y desarrollo de las marcas. 

Tal es el caso, por poner algunos ejemplos, de canales de estrellas de la TV que inician con el apoyo de sus televisoras y, conforme van subiendo el raiting, van obteniendo mejores recursos, amén de que por sí solos sus nombres ya son reconocidos, lo que los coloca en mejor posición frente a otros creadores de contenido (y no digo que esté mal). También vemos el uso de personajes, una especie de alter ego que le permite a su creador decir o hacer cosas que normalmente no se atrevería. 

Tambien hay los casos de los escándalos, sacar provecho del morbo que le genera a la gente que una persona, con algún nivel de fama, arme un escándalo; ya sea por que sí lo esta viviendo, es decir, es real o por que se lo inventa (es decir, no es real) o, simplemente, lo fabrica.

El objetivo es volverse tendencia, que el mundo hable solo de eso, generar visitas, reproducciones; generar, pues, fama... y dinero, mientras las personas pelean por defender una posición u otra; o se cuelgan del trending y, con la facilidad que nos brinda internet de meternos en todo, opinan o hacen chistes o algo que permita ser sal-picados con un poco de ese éxito o simplemente, llenar ese huequito que genera esa necesidad de sentir que pertenecemos al grupo aunque gritemos todo el tiempo que somos diferentes.

Como en esta entrada...

Hoy vi un collage en estas redes sociales que decía -más o menos- que en México nos quejamos cuando en el extranjero nos dicen que somos idiotas por "la basura" que consumimos, pero internamente, no dejamos de hacerlo, y tenía como fondo las fotos de personajes de, digamos, dudoso talento pero bien pinches famosas.

Así era la televisión, ahora, en estos ataques de sinceridad, los mismos personajes hablan de como "engañaban" (es un decir, ya que, ¿qué es la televisión sino una producciónde entreteniemiento?) al público para ayudar a su rating.  

Pero no es un tema exclusivo de México, pasa en todo el mundo; el negocio del espectáculo vive de los reflectores, del estruendo y, con la llegada del internet y sus plataformas sociales, de los likes, las vistas. las tendencias. 

Lo que sí tenemos que hacer, querida lectora, querido lector, es aprender a discernir entre lo importante y lo que importa; y, por supuesto, lo que no. 

Una de los presupuestos más importantes del ser humano es el la capacidad de decidir, saber que lo que consumimos es tan importante para la salud del cuerpo como para la mental. Diferenciar entre un problema de fondo y el simple chisme o, solo tomar el teléfono para entretenernos no tiene porque ser una actividad idiotizante; ni mucho menos conflictiva.

Recuerde, por ejemplo, que mientras los medios lo orillan a ser "team Shakira o Piqué" a ellos usted les importa un carajo, y siguen facturando lucrando con un conflicto que debería ser privado, de personas públicas; o que nada, créame, nada de lo que pasa en el chou bisnes y se hace público, ha sido por mera casualidad... 

Como en la política, pero este ya es otro tema.  

---Alexred---