"Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo"
Ludwig Wittgenstein
Quise acceder a ti, me lo propuse y lo conseguí; no buscaba vencerte pero sí conquistarte; quise conquistar tu mente, tu cuerpo, tu corazón. Sin importar el orden, sin importar el costo. Quizá por eso enloquecí.
Tengo problemas para hablar, sobre todo cuando se trata de mí, y sin embargo, abrí un brecha en la armadura que he cargado durante todos estos años para que pudieras observar mi mundo, para que pudieras encontrar la chispa que tú misma has buscado para encender tus ojos; para que pudieras escucharme, claro, directo. Jamás dudé, ¡jamás tartamudeé!
Y las palabras brotaron nada más que asomaste tu curiosidad, en tropel se repoducián y así viajaban hasta encontrarse contigo, de frente, y entonces una por una se fueron acomodando para grabarse en tu piel, para acompañarte por el camino que ante ti se abría, para explicarte en el trayecto el significado de cada una de las imágenes que tus sentidos comenzaban a decodificar. Te tomaron de la mano, te provocaron, te besaron y como labios carnosos listos para hacerlo, recorrieron tu cuerpo, hicieron que soñaras y como premio les otorgaste el favor de tu sonrisa -umbral de tu corazón-, y te ofrecieron la chispa que, al fin, encendió tu mirada.
La conquista estaba hecha.
Pero no fue suficiente para que te quedaras, volviste la vista a atrás y esta vez no hubo estatua de sal, te convertiste en fuego abrasador, intentaste regresar por el camino andado como si no hubieras llevado guía, como si las palabras que te transportaron nunca hubieran sido escritas e incendiaste todos los senderos posibles, olvidaste que ya las llevabas contigo, aunque quizá por eso te fuiste: esas mismas palabras ya no te hablaban desde la piel ahora lo hacían desde más adentro; habían taladrado la coraza que llevabas puesta.
Te quemaron, más por lo que te provocaron que por la rapidez y profundidad a la que accedieron.
Cada quien sus miedos. Pero tras de ti la devastación.
No más palabras a la vista, no se han vuelto a mostrar, nunca más se unieron para formar nada; ya han olvidado el paisaje desolado que dejaste tras de ti, pero no han tenido la confianza para volar, para cantar.
No obstante, ya palpitan de nuevo; de repente danzan alegres siempre dentro de mi cabeza como con ganas de extender sus fronteras. Poco a poco han reconstruido los caminos, han abierto nuevas brechas, incluso han creado valles extensos llenos de vida intentado adquirir la confianza necesaria para, al menos, ensayar a formar las frases que servirán de guía para las personas importantes que puedan acceder a ese extraño mundo, mi mundo...
---Alexred---
Me encanta
ResponderEliminarGracias.
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